L A C O M E D I A D E L A V I D A
por
El Mahatma de Occidente -
El Maestro Yaco Albala

El primer infierno que el
hombre atraviesa cuando abandona este mundo, consiste en que
deja todas sus posesiones. Por lo tanto, se va pobre de este
mundo.
El segundo infierno que el
hombre atraviesa, consiste en que se ve obligado a
considerar las buenas obras que pudo haber hecho y no hizo.
Por lo tanto, se va lleno de deudas.
El tercer infierno que el
hombre atraviesa, consiste en que toma conciencia del amor
que no brindó, principalmente a sus seres queridos. Por lo
tanto, se va lleno de remordimientos y deudas morales que
intentará reparar lo más pronto posible.
Esto último será lo que más
pronto lo haga volver, y buscará y clamará por estar cerca
de ellos nuevamente. Y si el destino por alguna razón no lo
llegara a autorizar, buscará seres que se los recuerden y
los amará hasta lo indecible, hasta que el amor de hoy
alcance a los que ayer no pudo amar.
De este modo e indirectamente
habrá curado las heridas del pasado.
Recién entonces se sentirá
perdonado.
En la cuarta región se hace
presente el sentimiento. Primero como reflexión hacia todo
lo vivido y luego como el reconocimiento de no haber podido
ser feliz.
Recién allí se comprenden las
ocultas y esquivas razones que tiene la felicidad.
Este plano tiene la crudeza
de las reflexiones pero al mismo tiempo la esperanza y el
anhelo de ser feliz.
Este anhelo es el secreto
impulso que posee la naturaleza humana, y la felicidad es la
primera respuesta a esa consecuencia llamada fidelidad a
nuestra más íntima naturaleza.
En la quinta región o Región
de la Felicidad, se aprende a reconocer las circunstancias
que pudieron habernos hecho felices y a presentir las causas
por las cuales no lo fuimos.
En esta región se crea la
aptitud hacia la felicidad y la capacidad de convertir
hechos inciertos en acontecimientos felices.
La felicidad es el primer
encuentro con nuestra real naturaleza. En esta región se
forja la ilimitada noción de la felicidad, basada en el
simple hecho de ser todo aquello que realmente somos.
En la sexta región reina la
transparencia que nos permite ver y comprender más allá de
las apariencias.
En esta región se trascienden
los condicionamientos y lo impersonal florece con entera
naturalidad.
Es la región donde se
expresan las causas ocultas de la felicidad, que tanto están
presentes en la vida humana como en la realidad de saber que
existimos.
La felicidad es el estado
natural del ser y en su ausencia acontece la creencia de que
tan sólo vivimos y morimos.
Así como el océano no puede
verse contenido en ningún recipiente, del mismo modo la
Eterna Felicidad no puede limitarse al pequeño criterio de
que la vida culmina en la muerte.
En la séptima región
encontramos el Poder que nos concede la felicidad.
Poder no solamente para
permanecer en ella sino para obrar en el mundo, para
conceder esperanzas y ser el refugio de los que sufren.
Sólo los seres felices pueden
consolar. Sólo los seres felices pueden inmolarse y renacer
de sus propias cenizas. Sólo los seres felices pueden dar
testimonio de haber hallado el camino.
Mas la felicidad no debe ser
buscada, ella vendrá a nosotros y será ésta la manera de
decirle al mundo que hemos retornado al lugar de donde
partimos alguna vez.
La felicidad posee este
secreto que en sí es la llave del Paraíso Olvidado y en ello
consiste el elevado destino de la raza humana.