A G A R T H I   E N   E L   S U R 

  p o r  E d u a r d o   G r o s s o

 

CAPITULO 6:

MEMORIA DE RAZA

 

Sabía de la Amanita Muscaria, el Peyote, la Ayahuasca, la llamada soga del muerto.

 

Había asistido a una conferencia de un antropólogo mejicano especializado en chamanismo, recordaba la referencia a Castaneda, a  Leary y a muchos otros que habían experimentado con estas sustancias naturales.

 

A diferencia del LSD estas prácticas no eran adictivas, siempre y cuando se acotaran a ceremonias específicas. Poseían un compuesto activo llamado DMT que según había informado el antropólogo, existía en nuestro cerebro de manera natural.

 

A pesar de que nunca me había interesado contactarme con el mundo de la drogas alucinógenas  (sabía perfectamente que es un camino rápido a la denigración y la muerte), no podía dejar de preguntarme sobre estos alcaloides naturales que se utilizaban desde hacía milenios.

 

En un viaje de vacaciones a Brasil, con mi esposa, veía como algunos jóvenes recogían unos hongos que crecían en la bosta animal, el famoso “Cucumelo”, y así nomás lo ingerían.

 

En ese momento quería experimentar algo nuevo, me tentó la idea, al fin y al cabo estaba de vacaciones y sin compromisos, ¿Sería la llave hacia algo diferente?

 

Estaba tan deprimido y ausente en esos momentos, que me deje tentar con la idea de evadirme a través del alucinógeno.

El solo comentárselo a mi esposa,  se convirtió en la gota que derramó el vaso de la discordia, ahondando los conflictos por los que pasaba la pareja.

 

Ingerir algo que crecía en la materia fecal de los animales, con el objeto de alucinar y evadirme de la realidad que me rodeaba, era algo que definitivamente superaba la comprensión de ella.

 

Un mes antes habíamos pensado que unas buenas vacaciones resolverían todo. Yo, poco a poco, había abandonado el yoga, mis lecturas filosóficas, el teatro...sentía que caía en el mundo de lo material, lo superficial; pero esto agradaba a Cristina.

 

Las fiestas, el Audi en el garaje, la casa en La Horqueta, el barco, todo se convertía al fin en ganar mucho dinero, acumular status, codearse incluso con el poder...sin embargo lo único que logramos fue aparentar, incluso sin éxito; estábamos a años luz el uno del otro.

 

Tuvimos una crisis profunda; finalmente nos separamos en malos términos.

 

A pesar de eso nada cambió en mi vida, estaba acostumbrado a una forma de vida que me resultaba imposible dejar, todo se remitía al trabajo, mirar la TV, pasear al perro y dejarme ver en la náutica los domingos.

 

¡Cómo cambia la vida en un segundo! Los hechos que me trajeron a esta maravillosa sierra me devolvieron la curiosidad, el deseo, la motivación, el sentido de pertenencia.

 

Ahora me encontraba en la antesala de beber la “Ambrosia”, “el Soma”, el “Elíxir de los Dioses”, la curiosidad me superaba. Nunca pude prever la experiencia que me habría de deparar el “honguito”.

 

Al caer los últimos rayos del Sol sobre el horizonte, en medio de una tonalidad rojiza hacia el oeste, nos introdujimos en la gruta.

 

El Peyote estaba elaborado, burbujeando estrepitosamente, Javier seguía canturreando y realizando extraños símbolos en el piso del lugar.

 

-Ven y siéntate aquí, al lado del fuego, comenzaremos la ingesta.-

 

Javier tomó un cucharón de madera que había utilizado para revolver la mezcla y a continuación tomó un sorbo de la pócima; aprobándolo me pasó el cucharón y me indicó que lo tragara a pesar de su gusto.

 

Efectivamente el gusto era desagradable, amargo, y quemaba el paladar y la garganta.

 

Mi primera reacción fue una arcada.

 

En la siguiente hora realizamos otras dos “tomas” y comencé a sentirme realmente mal.

 

Tenía diarrea y me dolía terriblemente la cabeza, sentía mareos y la vista nublada; comencé a pensar que la Amanita no me haría efecto.

 

Abrí los ojos y miré a Javier. ¡Estaba haciéndose transparente! Lo mismo ocurría con la pared de la gruta, veía todo traslúcido y con chisporroteos en forma de espirales.

 

De pronto un ruido me sobresaltó, era como estar en medio de una turbina de avión; al mismo tiempo tenía la sensación de caer “hacia adentro”, en un pozo profundo que existía dentro de mí.

 

La caída era eterna, sentía que me convertía en algo muy pequeño...un átomo en medio de una negrura total.

 

Después el silencio y un ruido saliendo de mi pecho. No tenía miedo.

 

Inmediatamente me sentí flotar, ganar altura, fue una sensación liberadora; miré hacia abajo y vi mi cuerpo arrumbado junto a la fogata, me separaba de él a gran velocidad pero seguíamos unidos a través de un filamento luminoso, ¡el Cordón de Plata tantas veces descripto por innumerable cantidad de personas! Realmente existía y yo lo contemplaba.

Me sentía plenamente consciente, con infinitos pensamientos y percepciones. “Veía los sonidos y escuchaba los colores”, mis sentidos se compenetraban...mezclándose en sensaciones increíbles.

 

Mis pensamientos eran objetos tangibles no solamente pertenecientes al mundo de lo abstracto.

 

Había llegado al espacio, pero ¿Qué espacio? Allí no existían las estrellas ni la Luna. Había muchas más dimensiones que en nuestro mundo; además de la altura, el ancho y el espesor, confluían una increíble cantidad de planos. ¡No tengo lenguaje para describirlo!

 

El tiempo no existía, pasado, presente y futuro eran lo mismo y se combinaban. Era todo luz, blanca y acogedora, como una hermosa sábana que nos invitase a dormir por una eternidad.

 

Ya no existían sensaciones, ni preocupaciones ni deseos mundanos. Esto debe ser el paraíso, sin duda...la paz y el sentimiento de amor eran infinitos... ¡Sin duda es el paraíso!

 

Solo el cordón de plata me recordaba mi existencia terrenal... ¡no quería volver! Veía todo mi entorno en el mismo momento, como si tuviera infinidad de ojos ubicados en todas direcciones, la distancia infinita era inexistente y viceversa, estaba como flotando dentro de un diamante tallado interiormente con infinitos cortes.

 

No había abajo o arriba, ni dentro ni fuera; sólo mi convencimiento de ser Yo, mi ser interno que está mas allá de la personalidad y la existencia terrenal.

 

No estaba solo. Figuras luminosas, como un campo energético fluctuante pero sin un cuerpo específico me rodeaban; recién lo percibía ya que se movían como detrás de un cortinado, la imagen era tan sutil como el sonido de una suave brisa.

 

Realizaban increíbles movimientos en todas direcciones, aparecían y desparecían sin cesar, se unían y poco después se separaban desprendiendo suaves destellos.

 

Lo que me dejó atónito fue el descubrir que yo era igual a esas figuras, pura energía, puro pensamiento.

 

Comencé a moverme con suaves ondulaciones hacia una figura imponente, parecía que me movía en todas direcciones al mismo tiempo, él estaba en todos lados por igual.

 

No supe como, pero reconocí en esa figura a Kuam-Shu, nuestro patriarca, o por lo menos supe que esa era su esencia, su Yo interior.

 

Nos fundimos en una sola luz. Inmediatamente supe cosas, detalles, voces y rostros del pasado, vidas antes de mi vida. La historia de mi pueblo, su civilización, su pensamiento y filosofía.

 

Me vi a mí mismo con él, encarnado en un tiempo al principio del tiempo.

 

Estaba recordando una vida pasada y me daba cuenta de ello. No existía el diálogo, no hacía falta, las imágenes se sucedían junto al recuerdo de sentimientos pasados.

 

Contemplé nuevamente la destrucción de Thule bajo el avance vertiginoso de los glaciares, nuestras pirámides y esculturas caían sepultadas bajo toneladas de hielo. Reviví el éxodo hacia otras latitudes, sin sentimiento de dolor pero con la nostalgia del reino amado.

 

Un rostro llegó a mi recuerdo, el dulce rostro de mi esposa Freya y nuestro compromiso de amor eterno...no quería dejar de recordar, si esto es la existencia tras la muerte no quería volver a la vida nuevamente.

¿Cómo calcular el tiempo sin tiempo?

 

Podría haber estado 10 segundos o 10 horas... Mi cordón de plata se contraía y contorsionaba, comprendí horrorizado que era el momento de volver.

 

De pronto una lluvia de estrellas me invadió y vertiginosamente me precipité como por un tubo luminoso.

 

Sentí el peso de mi cuerpo, la respiración agitada, la presión de mi sangre.

 

En un momento había vuelto a mi propio tiempo y espacio, a aquella cueva de las Sierras de las Ánimas. Javier estaba sentado enfrente de mí, el fuego se había extinguido y el Sol se levantaba por el este hacia el firmamento.

 

Me sentía exhausto, pero ahora comprendía mi origen y  lugar en el mundo y la reveladora verdad de innumerables encarnaciones.

 

Todavía recordaba la sonrisa quinceañera de Freya y una palabra rondaba mi mente, pero no la comprendía: Kalfa.

 

-¿Cómo estás? Preguntó Javier sin mover los labios.

 

El hecho no me sorprendió, es más, creo que sabía que sucedería.

 

-Estoy bien- respondí de manera telepática. Me sentía como un gran órgano de percepción sin límites. ¿Estuve en el Paraíso?

 

-Tiene muchos nombres, algunos lo denominan el Archivo Akásico, otros

“Inconsciente Colectivo”; en realidad no importa darle una denominación. Pertenece a todo lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Una estación de paso en el infinito trajinar de las encarnaciones, un lugar de absorción de experiencia directa con nuestro Ser interior, el punto donde nuestra mente finita toca el principio del conocimiento de la Mente Infinita. Desde hoy eres  un adepto de nuestra Escuela de Misterios. Tu mente se ha ampliado considerablemente, muy pronto podrás realizar viajes mentales al lugar o plano que desees. Ahora deberás cumplir un último aprendizaje antes de la ceremonia en el Templo de Kuam-Shu.

 

-¿Qué clase de aprendizaje? Esta vez pregunté utilizando mis cuerdas vocales.

 

-Tu mente está preparada, pero no tu cuerpo. Has aprendido a controlar algunas capacidades de tu psiquis, comenzarás a interactuar asimismo con lo físico y biológico a través de tu potencialidad dormida. Vivimos en un mundo material, nunca lo debes olvidar bajo ningún concepto. Por ejemplo, si te caes de un quinto piso, seguramente te matarás. No podemos contrariar las leyes de la Física mientras estemos en este plano. Para llegar al Templo te espera aún una prueba de  voluntad; solo así serás aceptado y realizarás la ceremonia.

 

-¿Qué es un Kalfa, lo sabes? Pregunté a Javier de manera vacilante.

 

-Es la evolución conjunta con nuestra Alma Gemela, para llegar a ser una estrella, un Sol como el que alumbra nuestro día. A partir de allí nos convertimos en creadores de mundos y civilizaciones. Es el camino requerido para integrarnos al final de los tiempos en la Divinidad.-

 

-Entonces Freya es parte de mí y yo de ella, no podemos prescindir el uno del otro. Somos dos personas unidas en el camino evolutivo. Debo buscarla, pero ¿Dónde? No sé como empezar. Hay en la Tierra 6.000 millones de personas y ¡Ni siquiera podría reconocerla!

 

Javier comenzó a guardar los elementos que habíamos utilizado, enterró los restos de la droga, alisó su ropa y dijo sonriendo:

 

-Carlos, las cosas no pasan por casualidad. Detrás de tus nuevas experiencias impera el sentido de la causalidad, el sincronismo, la memoria de la raza... Nada está librado al azar, tampoco tallado en piedra, nuestro libre albedrío nos permite rodear la piedra, pero el camino de nuestra evolución nos indica que debemos cargarla tarde o temprano. Así es el aprendizaje. Tu destino y el de Freya están unidos, nada en el Universo creado puede impedirlo. Ahora vamos, deberás partir hacia Santa Cruz, deja que tu intuición y tus nuevas capacidades te guíen a tu destino.-

 

-Así sea- respondí.

 

 

CAPITULO 7:

EL HIELO ETERNO

 

        

La indicación de Javier fue clara y concisa, debía viajar hacia Río Gallegos y de allí continuar a El Calafate, en el sur de Argentina.

Debía ubicar un Apart Hotel, “El Libertad”.

 

En ese lugar me encontraría con un tal Sebastián, de sobrenombre “El Grande”.

 

Todo parecía de lo más extraño, pero estaba metido en el baile... Ya había dejado la ciudad de Río Gallegos de lado y seguía la ruta blanca y resbalosa hacia mi destino.

 

El camino, el paisaje y la vegetación, todo parecía helado, una vista monocromática que abarcaba los 365 grados sobre el horizonte; el motor ronroneaba a 60 kilómetros por hora tratando de no resbalar sobre el asfalto invisible, las cadenas golpeaban una y otra vez debajo de los guardabarros.

 

Cuando llegué al ripio, la sensación de “holliday on ice” me invadió por completo, me sentía como una pequeña mosca rubí (ese era el tono de mi “Audi”) sobre un mosaico blanco leche que se extendía hasta el infinito.

Después de varias horas arribé a El Calafate, me encaminé hacia la Avenida del Libertador y a pocas cuadras se hallaba el Apart Hotel.

 

Realmente era bellísimo, como encontrar un oasis en el medio del desierto, relucía la madera, el cuero y el bronce de su construcción, su chimenea humeaba dando indicios de un calorcito acogedor en su interior, además de un suave aroma a salmón exquisitamente cocinado... ¡tenía hambre!

 

Como medida instintiva palpé mi tarjeta de crédito, no necesitaba mis

capacidades precognitivas para saber que el lugar no era barato... apenas estacioné en el “parking” un jovenzuelo alto y vestido de uniforme se abalanzó sobre la puerta del  Audi y me dijo de manera muy profesional:

“¿Can I help you Sir? Please, give me the keys. Welcome to Patagonia”.

 

Por un momento creí que me había raptado un ovni y había terminado en el Polo Norte, sin embargo allí estaba la bandera argentina flameando sobre el tejado.

 

El lobby era espectacular, como todo en nuestro sur rezumaba un estilo alpino o nórdico, en ese momento se acercó un hombrecillo con un bigote a lo francés, muy elegante y con voz cantarina me encaró: “Welcome to Patagonia,  I´m glad to see you”... En el secundario nunca había pasado de la clase donde aprendíamos: “This is my pencil”, así que la cara que puse debe haber sido bastante elocuente para el pequeño hombre.

 

- “¿Parlez vous francais? –replico él-

 

-Me temo que soy argentino y el único idioma que apenas hablo es el que corresponde a este lugar del hemisferio- contesté un poco mal humorado.

    

-OUI, monsieur, ¿Qué puedo hacer por Usted? ¿Necesita una habitación?

 

-En realidad tengo que encontrarme aquí con una persona, se llama Sebastián, su apodo es “El Grande”. ¿Lo conoce?

 

El encargado puso cara de consternación (o constipación) durante un momento y me dijo en tono muy profesional:

 

-Ud. se refiere seguramente a Sebastian (sin acento) “ The Great Magician      in the World”, Monsieur. Puede encontrarlo en el salón contiguo, está dando un show para los invitados VIP.

 

-¿Puedo pasar? –

 

-Por  supuesto Monsieur.-

 

Me introduje como pude en el salón atestado de gente rubia que no usaba desodorante y vi a un joven alto y delgado sobre el pequeño escenario... en realidad estaba flotando alegremente  sobre la tarima.

 

Su show fue increíble, un digno émulo de Copperfield o Fú Man Chú, pero ¿Dónde estaban las maquinarias, los alambres y los espejos?

 

Todo lo realizaba a mano limpia y su habilidad parecía no tener límite. Su último acto fue cubrir el salón, después de una explosión de luz, con cientos de ramos de rosas frescas ¡En Junio!

 

Estábamos tan absortos que costó arrancar con el aplauso, cuando así lo hicimos, Sebastián alzó su capa, la volcó sobre sus hombros y ¡Desapareció! Buen método para cuando cae la DGI.

 

Un momento después sentí que alguien tocaba mi hombro.

 

-Pardón Monsieur, el Señor Sebastián lo está aguardando en el bar, me pidió que le informara. – El pequeño hombrecillo con bigote se deshacía en amabilidad.

 

-Gracias ¿puede indicarme por donde llego al bar?

 

-Por aquí Monsieur – El gerente era el típico mayordomo de las películas europeas, ¡sólo esperaba que no fuera el asesino!

 

Sebastián, “El Grande”, estaba recostado sobre la barra tomando un café, inmediatamente me ofreció su mano y dijo lacónicamente: -Espero que hayas disfrutado el show, lo hice en honor a ti, aunque llegaras tarde; el Custodio de la Tradición, Itzal, me informó de tu arribo. Ahora eres un adepto, ya has visitado la memoria de nuestra raza y conoces parte de los secretos. Dentro de siete  días, el 24 de Junio, debes tomar parte de la ceremonia de iniciación.

 

-Dime ¿qué has aprendido de lo que acabas de ver?

 

-Tus trucos son excelentes.

 

-Debes alejar tu razonamiento de Contador Público Nacional. Siempre tenemos que considerar que todo es una analogía, un lenguaje vedado a la mayoría. La lección consistía en reafirmar que todo es una ilusión, las cosas no son lo que parecen. No solamente en un show de ilusionismo, sino incluso en la vida misma. Lo único real es que precisamente  la realidad objetiva no existe. Esto (señalando la barra de madera labrada) que parece tan sólido, en el ámbito atómico es casi vacío; nuestros sentidos físicos son tan imperfectos que lo vemos como un sólido, sin embargo no lo es. ¿Cuán real es un pensamiento? Sin duda para el pensador es real, el preludio tal vez de un objeto material;  para los demás tan sólo sea un proceso cognitivo perteneciente al mundo de la psiquis, sin existencia física real y que terminará perdiéndose en la inexistencia. ¿Quién tiene razón? Hoy has visto prodigiosos trucos según tu juicio. Te diré algo: algunos (muy poquitos) no fueron trucos, aunque tú estuvieras convencido de ello. ¿Qué es real y qué no?

 

-¿Cuál es cuál?-

 

-La aparición de las rosas fue producto de la materialización de un pensamiento, lo creé de la nada, o mejor dicho, lo manifesté a través de los átomos libres que había en el salón. Lo mismo el hecho de levitar o de los fuegos danzantes. Nuestra mente tiene la capacidad de influir en la materia, modificando su estructura molecular o simplemente moviéndola. Es nuestra idea de la creación del universo, nuestro Dios, el “Creador”, el “Todo” o  llámalo como quieras, utilizó la sustancia de Su Pensamiento para manifestar este  cosmos que habitamos; somos parte de su psiquis, una idealización, sin embargo, somos bien materiales, si te pego una trompada sin duda te va a doler. ¿No? Nuestro punto de inflexión con lo Divino radica en nuestra mente y en su potencialidad; es nuestra mejor capacidad y herramienta. Sólo a través de ella es posible vislumbrar otros planos de existencia, como lo has vivido en tu “visita” al Registro Akásico, o comenzar a entender la verdadera naturaleza del universo. Haz aprendido en estos días que entre nosotros no hacen falta las cuerdas vocales, nuestra mente es una energía libre mas allá del tiempo y del espacio, los hechos contemporáneos, pasados y futuros están a nuestro alcance. Ahora debes aprender a focalizar tu energía para interactuar  con la materia, moldearla, modificarla; además aprenderás a controlar todos tus procesos biológicos. Deberás convertirte en un verdadero “mago”, no-ilusionista, sino un cabal conductor de los elementales que forman la materia. La verdadera magia existe, Merlín fue un iniciado en nuestros misterios, como lo serás tú. Nuestra raza tiene una función importante y nuestro poderío radica en el uso que le demos a nuestra psiquis.

 

-Una vez leí que “los elementales” estaban formados por gnomos, hadas, duendes, ondinas y otros que no recuerdo. ¿Voy a ordenarles a ellos?

 

-En realidad esas son figuras mitológicas, sin existencia real. Estamos hablando de manejar a  los componentes de los átomos: los protones, electrones, neutrones, neutrinos y toda una familia de pequeñísimas partículas elementales que forman todo en el Universo; las estrellas, los planetas, las plantas, animales y tú mismo están formados con los mismos elementos. A partir de su “manipulación”, si queremos llamarlo así, podrás realizar hechos prodigiosos, desde abrir una montaña hasta curar una enfermedad. No existe lo imposible, solo hace falta una voluntad firme y un corazón ardiente para aquel que quiera realizar.

 

-Quiero hacerte una pregunta: ¿También tienes más de cien años?

Sebastián me  miró, creo que sin entender bien el porqué de la pregunta, y respondió de manera muy seria y compungida:

 

-No sabía que me veía tan mal, acabo de cumplir los setenta y cuatro...-

 

Dejamos mi automóvil en la cochera y partimos con un Jeep IKA destartalado hacia una casa cercana al Glaciar Perito Moreno. Allí comenzaría la segunda parte de mi instrucción.

 

Después de una hora de camino gélido llegamos a un paraje donde se divisaba un techo, era lo único que se veía, sin duda era una cabaña pero en lugar de puerta había un agujero en el hielo, era como la entrada de un iglú.

 

Pasamos por debajo de ese hueco y nos encontramos así en el interior de la construcción. ¡Increíblemente era igual a la de Javier en las sierras! Un recinto central con una deliciosa chimenea, cocina y dos pequeñas habitaciones.

 

Pensé que era mejor que me acostumbrara a este tipo de edificación, tal vez  tuviera que  pasar mis próximos cien años en una de ellas...El fuego estaba encendido y un olor a cereal inundaba el ambiente. Pregunté mentalmente: -¿La cena?

 

-Es hora de comer algo si queremos empezar las lecciones- Contestó también mentalmente Sebastián.- Ve a buscar los platos y una jarra de agua e indícale a tu estómago que deje de hacer ruido, en un momento estará. – Sebastián era como Javier, parecían distantes y relajados, estaban más allá de la preocupación y lo mundano. ¡Mi mente volaba hacia las estrellas, pero mi estómago no quería despegar!

 

Fue una cena frugal pero exquisita, Sebastián me había informado que durante toda mi estadía no debería comer carne, ni tomar alcohol o café. Los ejercicios que debería realizar suponían un organismo depurado y alerta.

 

-Verás Carlos que tu cuerpo es más resistente de lo que parece, tus habilidades mentales se han ido incrementando con el transcurrir de los días, esto trae aparejado que también va a repercutir en lo físico, tu cuerpo será capaz de actuar al mismo nivel que tu mente, de hecho trabajarán en una simbiosis sin precedente. Desde tu primera comunicación con Itzal se han estado modificando tus glándulas y centros de energía, tu Kundalini está en su máximo rendimiento aunque de alguna manera la tengas “desconectada”. En pocos días tu verdadera naturaleza se ha ido manifestando; tu densidad molecular ha ido cambiando adaptándose a tus nuevas capacidades mentales. A propósito, acostúmbrate (si ese es tu deseo) a la idea de no volver a los balances y los clientes, de hecho en Buenos Aires te consideran desaparecido; por supuesto tu tienes la última palabra, puedes renunciar si te place y volver a tu antigua existencia, pero deberás hacerlo en este momento, antes de tu juramento en el Templo.

 

-No pienso renunciar- dije enfáticamente y esta vez completamente convencido – Mi antigua vida ha terminado. Me encuentro a las puertas de algo nuevo y trascendente, así lo siento. ¡Llegaré hasta el final!

 

-O morirás en el intento- fue su escueta respuesta.- Meditemos ahora.-

 

 

CAPITULO 8:

EL CAMPO

 

Todo aquel que haya practicado yoga o meditación trascendental conoce los beneficios de tales prácticas.

 

De hecho en la media hora aproximada de esta sesión había descansado el equivalente de cuatro horas de sueño profundo.

 

Acto seguido, Sebastián comenzó a realizar una especie de danza, una mezcla de Tai-Chi-Chuán con danza folclórica, que además adoptaba posiciones fijas a intervalos regulares.

 

-¡Conozco esos movimientos!- Dije apasionadamente sin pensar. – ¡Sé su significado y conozco todas las posturas!

 

Sebastián adoptó la posición del loto y dijo pausadamente:

 

-Sin duda durante tu experiencia en el Archivo Akásico recordaste estos movimientos fundamentales de nuestra raza. Se practican a lo largo de toda nuestra vida, nos los enseñan desde la infancia. Tienen un triple significado: Primero muestran nuestro abecedario,  la totalidad de las runas o símbolos de poder; segundo sirven como herramienta para desarrollar las capacidades de nuestra mente para controlar los medios que nos rodean y por último representan los siete principios fundamentales del Universo:

 

1.     Mentalismo

2.     Correspondencia.

3.     Vibración.

4.     Polaridad.

5.     Ritmo.

6.     Causa y efecto.

7.     Generación.

 

-Así como nuestro Universo se divide en tres planos fundamentales: Físico, mental y espiritual, nuestras danzas representan los tres niveles con relación a la evolución humana- Acoté, sabiendo perfectamente a lo que me estaba refiriendo. La memoria de la raza estaba incorporada en mí, buscando la luz a cada segundo de mi nueva existencia.

 

-Debes practicarlas nuevamente sin cesar durante tu estadía aquí. Son nuestra esencia y legado. Te fortalecerán en grado sumo y permitirán que logres tu objetivo.

 

Durante horas ejecuté estos movimientos ganando confianza y precisión en cada nuevo intento.

 

Me sentía completamente eufórico, sin cansancio.

 

Mi mente funcionaba a niveles que todavía no comprendía.

 

Mis sentidos habituales se habían exaltado en grado sumo, percibía perfumes o colores como nunca antes lo había experimentado.

 

Mi comunicación telepática con Sebastián era de una fluidez exquisita; incluso podía variar mi ritmo cardíaco a voluntad.

 

No lo había notado pero el sueño había desaparecido y una taza de cereal era suficiente para paliar muchas horas de entrenamiento.

 

Parecía que no hubiera tenido una vida anterior en la ciudad, era como un recuerdo de otra persona, ese ser había sido un ente gris que ahora se había convertido en una realidad luminosa.

 

Poco me importaban ya el dinero, el lujo y la profesión, otrora causa de preocupaciones y desengaños. Hoy me sentía vivo cada vez que respiraba o miraba en derredor.

 

Había recuperado mi naturaleza como hombre,  alejado de  la superficialidad. La verdadera riqueza, noté en este apartado lugar del mundo, radica en lo que poseemos interiormente y en lo que damos a los demás sin pedir nada a cambio.

 

-Carlos, ven que debemos realizar una práctica- Sebastián no se hacía rogar cuando se trataba del entrenamiento.-Quiero que salgas al exterior de la cabaña y realices las danzas una por una de modo lento y con intervalo prolongado entre una y otra.

 

-¡Debe hacer bastante frío!, va a ser dificultoso realizarlo con abrigo- Respondí temiendo la respuesta.

 

-Tienes permitido usar únicamente ropa interior.

 

-La temperatura está por debajo de los 20 grados bajo cero. ¿No?

 

-Está fresco pero sin duda que podrás realizarlo.- Fue su desinteresada  respuesta.

 

Apenas salí, fue como sentir miles de agujas que penetraban en mi cuerpo lacerándolo; mi respiración era un duro lamento y mis ojos parecían dos cataratas de lágrimas heladas.

 

No creo haber llegado a los cinco minutos. El frío nublaba mi mente y destruía mi cuerpo, sentía miedo a la hipotermia.

Me arrastré hacia el interior de la cabaña buscando ese calor de hogar que había abandonado.

 

-Es imposible- Sólo atiné a decir esa frase en tono de súplica.

 

-¡Nada es imposible para el hombre de voluntad! Tampoco debes obedecer una orden sin evaluar las consecuencias. Debes utilizar tu intuición y buscar caminos y opciones para realizar los actos. Has aprendido mucho en esta última semana. Has controlado tu corazón, el sueño y el hambre.

 

La temperatura es solo un escollo más. Podemos realizar todo lo que queramos teniendo las herramientas adecuadas. ¡Nunca ciegamente! Es hora que obtengas algo nuevo.-

 

Sebastián comenzó a dibujar un círculo con tiza sobre el piso de la habitación, también garabateó distintos símbolos rúnicos que representaban la vida, la fuerza y la voluntad.

 

Sólo la luz del hogar a leña iluminaba el lugar, la temperatura era agradable. Un pequeño almohadón estaba colocado en el centro del círculo.

 

Sebastián me pidió que me sentara sobre éste en la posición del loto y comenzó con una lenta entonación de diversos mantrams, también denominadas “palabras de poder”.

 

-Ahora te  confeccionaré una zona de influencia a partir de tu cuerpo, un campo energético omnidireccional dentro del cual podrás variar las condiciones a voluntad, una especie de “burbuja” donde tu mente ordenará a los elementales la realización de tus pensamientos. Nunca más este campo energético te abandonará, sólo debes aprender a dominar las dos emociones que malogran los resultados: el miedo y la ansiedad.  Debes aprender a mantener el equilibrio físico,  mental y  emocional. Esto requiere disciplina y una voluntad férrea. Los elementales te obedecerán en la medida que puedas dominarlos con seguridad, sin dudas ni dilaciones. Considéralos como tus sirvientes personales, úsalos en armonía con las leyes primordiales y fundamentales del universo. –

 

Sebastián se acercó a mi posición y puso sus manos sobre mi cabeza, no pude dejar de pensar en la imagen de Jesús imponiendo sus manos sobre los enfermos.

 

Sentí su energía saliendo de sus manos. Sus movimientos eran lentos y accionaban principalmente sobre mis centros energéticos, al mismo tiempo recitaba distintos mantrams y “dibujaba” extraños símbolos en el aire.

 

La extraña ceremonia continuaba su curso, a veces frenéticamente seguida de silencios prolongados, las manos de Sebastián brillaban con una tonalidad dorada.

 

Toda la habitación había cambiado sutilmente la iluminación hacia un tono brillante, todo relucía por igual, las paredes, el piso, nosotros...de pronto hubo una explosión de luz, un flash que me encegueció y sorprendió.

 

Todo desapareció a mi alrededor, estaba inmerso en una especie de “huevo” luminoso, filamentoso, podía ver los remolinos de energía entrando y saliendo de la membrana transparente en movimientos caóticos, sin sentido.

 

-¡Ordena los movimientos de las partículas, hazles conocer tu voluntad!- La voz de Sebastián se dejaba oír a viva voz.

 

Comprendía en aquel momento que debía ordenar ese movimiento desordenado, confinar esa energía dentro de la burbuja y fortalecer la estructura interna.

 

Poco a poco conseguí reducir la velocidad de esos remolinos y hacerlos formar estructuras geométricas similares a fractales.

 

Comprendí que no debía luchar con la energía sino simplemente dirigirla, sugerir sutilmente un movimiento, imponer mi voluntad con guante de seda.

 

Era el Dios de un pequeño universo que se extendía a apenas unos centímetros alrededor de mi cuerpo... Sebastián se había apartado de mí y desde un rincón de la habitación observaba cuidadosamente.

 

-Quiero que ahora, sin perder este estado modificado de conciencia y la estructura de tu campo de energía, te incorpores y te dirijas al exterior de la vivienda. Ordena a tu campo que te proteja del frío, que incremente la velocidad de las partículas,  y así aumentar la temperatura dentro de la zona de influencia. ¡Hazlo ya!

 

Me incorporé y cruzando sobre el hueco en el hielo ingresé a la gélida geografía.

 

La Luna apenas brillaba sobre el manto de hielo. Todavía apreciaba el contorno de mi burbuja en derredor mío.

 

Elegí un pequeño promontorio de roca viva que dominaba el paisaje helado; cerré los ojos y me concentré en la única idea de generar calor.

 

El campo reaccionaba, a veces había sutiles cambios en su geometría, se ensanchaba y retorcía en algunos puntos, podía ver las trazas de los paquetes de energía que revoloteaban a velocidad prodigiosa.

 

Pasaron algunos segundos, después minutos, dejé de contar...estaba feliz. Comencé a ejecutar las danzas según los siete principios, lenta y cuidadosamente.

 

Volví tiempo después al interior de la cabaña, completamente transpirado. Sebastián me miraba sonriéndose y asintiendo con la cabeza.

 

-Ahora debes tratar de materializar un objeto, tal vez una flor, una rosa sería satisfactorio. Concéntrate en la imagen de esa flor, obsérvala desde todos los ángulos, define su peso, su color, cómo son sus pétalos, gírala mentalmente y visualiza sus contornos. Ordena a los elementales que conformen esa flor según tu voluntad. ¡Hazlo ahora!

 

Extendí mi mano hacia delante, aún brillando por la energía, seguí las indicaciones recibidas visualizando la flor en detalle hasta que una pequeña esferita luminosa se formo en ella.

 

Algo parecido a un pétalo había sido materializado por mí, su delicado aroma podía sentirse en el ambiente.

-Mejorarás con la práctica, haz dado tu primer paso en el camino de la creación.- Fue su breve comentario-

 

-Quiero mostrarte algo – dijo Sebastián tomando un pequeño pero grueso telescopio portátil. – Estamos ante una curiosa alineación planetaria que se produce en muy contadas oportunidades. Su influencia, aunque no es reconocida por la ciencia, es poderosa. Nuestros astrólogos la han previsto hace centurias y las variaciones zodiacales cambian el flujo de energía astral, maximizando su absorción en la superficie planetaria. –

 

Poco a poco, Sebastián manipulo el instrumento y a continuación me mostró la imagen de los planetas de nuestro sistema, alineados en un mismo cuadrante:

 

El rojizo Marte, con sus polos claramente visibles; el anaranjado y poderoso Júpiter, Rey de dioses, el verdadero gigante del sistema; la joya llamada Saturno con sus increíbles anillos, que lo circundan eternamente; los lejanos  Urano y Neptuno, apenas dos puntitos en el cielo estrellado; Venus yacía bajo el horizonte y Plutón estaba demasiado distante para observarlo con nuestro modesto aparato; la Luna, con su poderoso brillo era la reina de la noche.

 

-Ya es hora de descansar – Me dijo el extasiado Sebastián - mañana te espera tu última prueba hasta llegar al Templo. Duerme.

 

Caí exhausto sobre mi cama, me dormí con mil pensamientos, con sueños de eternidad y con la felicidad de estar a punto de encontrar mis raíces.

 

 

Continua...

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